jueves, 27 de septiembre de 2012

Lo inconfundible de los extraordinarios (primer caso práctico)



Un hombre cualquiera tiene la innata capacidad de toparse con seres extraordinarios y personajes inconfundibles entre la puerta de la panadería y el altar del Olimpo.

La perseverancia sobre la búsqueda de objetivos y, más allá, de los sueños es una tremenda hazaña que comienza por plantar cara al mundo y, si no lo permite, buscar un plan b para contraatacar. El caso más empático con esta afirmación se produjo, hace siglos, con un polivalente mafioso polaco capaz de cruzar el telón de acero como espía secreto de la KGB que, con la misma soltura, se cruza el charco para negociar una tregua navideña en el ala oeste de la casa blanca. Y, la verdad, hay individuos cuya perseverancia desconoce de fronteras, obstáculos y, sobre todo, de imposibles para el resto de los mortales.

Y sin duda estos individuos se cubren bajo un misticismo masónico con el que adquieren la habilidad de estar con los mejores y, sin despeinarse un ápice, desenvolverse indistintamente con los que se mueven a ras del breado asfalto. Su paseo por los distintos decorados del teatro se hacen sin ningún traspiés y, aunque en el peor de los casos el tropiezo fuera inevitable, se adapta a las circunstancias como una anécdota más para el cuaderno de bitácoras.

Y así un hombre cualquiera aprovechó su potencial facultad para atrapar la fugacidad que caracteriza a lo inconfundible de los extraordinarios.

1 comentario:

  1. Señor Consigliere, cada vez estoy más convencido que eres un tesoro nacional! Eternamente agradecido!
    Fdo. Un mafioso cualquiera ;)

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